La Policía de Los Ángeles ante un abismo tecnológico
The story was originally published in Hispanic LA with support from our 2023 California Halth Equity Journalism Fellowship.
Fotos: Aitana Vargas
Los Ángeles (CA) – Cuando el cuerpo sin vida del popular rapero californiano Nipsey Hussle se desplomó frente a la tienda que regentaba en el sur de Los Ángeles, su visión de revitalizar uno de los barrios angelinos más aquejados por la pobreza se desvaneció de un plumazo. Ese 31 de marzo de 2019, a los 33 años, el intérprete dejaba dos hijos huérfanos, una comunidad conmocionada y una exitosa carrera artística que, tras su muerte, sería reconocida con varios premios Grammy.
Frente a su cuerpo perforado por una decena de balas, moría a su vez The Marathon Clothing, la icónica tienda de ropa que había fundado y gestionado desde 2017 con la ilusión de regenerar la comunidad en la que había crecido. Hoy, la fachada de su antiguo comercio ––y otros dos negocios adyacentes que adquirió posteriormente–– se alza como un símbolo de veneración hacia sus convicciones sociales y legado musical.
En 2022, el hombre que apretó el gatillo, Eric Ronald Holder Jr., fue condenado a 60 años de cárcel, poniendo fin al tedioso proceso judicial. Pero la muerte del popular cantante reabrió interrogantes y cuestionamientos sobre la intensa presencia y actividad policial que, además de no evitar el asesinato de Hussle, se vivió durante años en la intersección de Crenshaw Boulevard y Slauson Avenue ––la esquina donde se encontraban sus negocios–– y que el mismo cantante había denunciado públicamente en años anteriores.
De costa a costa, activistas y expertos en programas de vigilancia responsabilizan del ajetreo y de la constante vigilancia policial en esta y otras zonas de la urbe a PredPol y Operación LÁSER (Extracción y Restauración Estratégica en Los Ángeles), dos polémicos programas predictivos empleados durante una década por la Policía de Los Ángeles (LAPD).
En abril de 2019, semanas después de la muerte del artista, el LAPD desmanteló LÁSER ante las repetidas acusaciones de racismo que pesaban sobre esta tecnología, ya que habría reforzado y magnificado el ciclo de acoso policial hacia la población negra, latina y sin techo en determinados barrios de la ciudad, incluyendo el sur de Los Ángeles, Boyle Heights, el Sur Centro o Skid Row, según los activistas. A PredPol le deparó el mismo destino en abril de 2020. Sin embargo, hasta la fecha, la cascada de críticas no ha servido para que otras agencias del país renuncien al uso de este u otros programas similares.
“Simplemente tienes una máquina que replica injusticias”, asegura Emily Tucker, directora ejecutiva del Centro para la Privacidad y la Tecnología de Georgetown Law. “La actividad policial es parte del proceso de justicia. Y ahora mismo, en América, no puedo pensar en un ejemplo que se acerque a esto (la justicia)”.
La policía predictiva
La policía algorítmica parte de una premisa sencilla: predecir crímenes futuros a partir de crímenes anteriores. La polémica radica en qué datos se introducen en estos programas para que los algoritmos realicen predicciones certeras y precisas.
Una de las principales preocupaciones que manifiestan sus detractores es que, independientemente del uso de algoritmos, el sistema penal de por sí se ceba y castiga con más dureza a la comunidad afroamericana. De ello advierten varios estudios publicados por la organización sin fines lucrativos The Sentencing Project, los cuales revelan que la probabilidad de que un afroamericano sea arrestado es mayor a la de un blanco, aunque demográficamente represente un porcentaje poblacional inferior.
Julia Dressel, ingeniera informática para la ONG Recidiviz, explica que, en este país, “el número de delitos que aparecen en tu historial criminal está altamente correlacionado con la raza”. “Usar los antecedentes criminales para realizar predicciones sobre quién acabará de nuevo en el sistema penal en el futuro, claramente reproducirá los mismos patrones y la misma desigualdad”.
De igual manera opina el abogado Albert Fox Cahn, quien en 2019, fundó en Nueva York el Proyecto de Supervisión de la Vigilancia Tecnológica (S.T.O.P.), una organización sin fines lucrativos cuya misión es eliminar los sistemas tecnológicos de vigilancia que perpetúan y refuerzan las prácticas discriminatorias.
Fox sostiene que las herramientas predictivas operan desde la “pseudociencia” y “agravan los patrones discriminatorios existentes en los departamentos de policía estadounidenses” porque se alimentan de información incompleta o parcial sobre crímenes pasados para predecir delitos futuros.
“Los datos sobre crímenes que recopilamos están tan sesgados en sí mismos, que estás entrenando a estos modelos (informáticos) para que discriminen como lo hacen los seres humanos”, afirma el letrado. “Creo que los softwares de policía predictiva varían de terribles a pésimos”.
Vea el mapa de la Division 77th Street del LAPD que identifica seis zonas LÁSER en Los Ángeles
El activismo los acorraló
En la costa oeste del país, Hamid Khan coincide con esta visión. Desde el año 2012, este activista y piloto retirado nacido en Paquistán se ha convertido en una de las voces más prominentes del STOP LAPD Spying Coalition, una organización abolicionista situada en el barrio marginal de Skid Row, cuya prolongada y estratégica campaña para obtener información policial sobre LÁSER y PredPol, y desenmascarar los engranajes de estas herramientas, precipitó el final de ambas.
“Ahora llega toda esta fachada tecnológica…que le otorga al LAPD la coartada, el disfraz y la licencia para participar en las mismas prácticas racistas y violentas, solo que disimulándolo con sistemas informáticos de ayuda”, denuncia Khan.
PredPol y LÁSER representan, según el activista, una extensión de Broken Windows, una teoría planteada a principios de los años 80 que aboga por perseguir con agresividad el desorden público y los delitos menores con el fin de prevenir los mayores.
PredPol se apoya en el historial de delitos contra la propiedad, los accidentes de tráfico, así como la actividad y violencia entre pandillas para generar un mapa con zonas y franjas horarias donde existiría una mayor probabilidad de que se cometan crímenes similares. Con estos datos en mano, al inicio de cada jornada laboral, las patrullas policiales ponen rumbo a los puntos calientes para anticiparse a un posible crimen.
La puesta en marcha de PredPol por parte del LAPD complementó la labor que, desde 2009, venía desarrollando Operación LÁSER, un programa concebido para extirpar pandilleros y delincuentes violentos aplicando la misma precisión quirúrgica con la que un láser destruye un tumor maligno.
Foto: Aitana Vargas
Cuenta Khan que el operativo LÁSER pivotaba, fundamentalmente, sobre dos actividades: por un lado, identificaba “zonas LÁSER” o barrios conflictivos a nivel criminal y, por otro, generaba una lista de “personas de interés” (anchor points) a partir de un sistema jerárquico de puntos. La policía calificaba a estos individuos, más de 600 en total, como “delincuentes crónicos” aunque no hubieran cometido un delito, como reveló una investigación de la Oficina del Inspector General en 2019.
Las sospechas sobre Hussle
En el caso de Hussle, se desconoce con certeza si su nombre figuraba en el Boletín de Delincuentes Crónicos. Sin embargo, según informaciones inicialmente publicadas por The New York Times tras su muerte, el rapero simbolizaba dos caras de la misma moneda: Además de ser un héroe para el LAPD, también se encontraba en el ojo de una investigación policial que pretendía esclarecer la relación entre sus tiendas y la presunta actividad de pandilleros en la zona.
Documentos obtenidos por este medio confirman que, tras la muerte del rapero, el LAPD le envió una carta al exsocio de éste, David Gross, pidiendo su cooperación para atajar la delincuencia en The Marathon Clothing y otros negocios de ambos en esa zona.
En aquella época también se sospechaba que el nombre del artista figuraba en CalGang, una base de datos de pandilleros de alcance estatal, cuyo uso abandonó el LAPD en 2020 tras darse a conocer que algunos miembros de la agencia habían introducido datos falsos en el sistema, según detalla un comunicado de prensa difundido por la Oficina del ex fiscal general de California, Xavier Becerra.
Sin embargo, para el equipo de Khan, la prueba más concreta de que el distrito Crenshaw y la tienda de Hussle eran puntos estrechamente vigilados por la policía angelina a través de LÁSER afloró en documentos internos del LAPD que la agencia ––a pesar de su oposición–– se vio obligada a entregar por orden judicial. Otros fueron obtenidos a través de numerosas solicitudes de información pública (public records requests). Con esta documentación en mano, la coalición destapó los engranajes de LÁSER y PredPol en un detallado informe de 90 páginas en el que expuso sus conclusiones: Automating Banishment: The Surveillance and Policing of a Looted Land.
“Sin que la comunidad lo supiera entonces, la intersección donde se encontraba Marathon había sido identificada por el LAPD como un ‘punto de interés’ de Operación LÁSER y, desde al menos 2016, era parte de una zona LÁSER más amplia”, reza el informe.
Sobre el terreno, los agentes recopilaban información de cualquier arresto o contacto con cualquier individuo ––incluso sin que éste fuera detenido–– y la iban introduciendo en el software. Esto, a su vez, reforzaba la presencia policial en la zona, lo que a su vez amplificaba el clima de tensión y desconfianza entre los residentes, explica Khan.
El acopio masivo de datos por parte de LÁSER también incluía otros identificadores individuales, como cuentas en redes sociales, direcciones de correo electrónico, matrículas vehiculares, números de la seguridad social, tatuajes y otras características físicas. La recopilación de “todos estos datos aumentaba el daño futuro al que estos individuos se enfrentan ante la policía”, advierte el informe.
Un mapa de muertes de civiles
A partir de la extensa documentación recibida, la coalición cartografió, además, un mapa interactivo demarcando las zonas LÁSER en distintos barrios de la ciudad y los “puntos de interés” dentro de dichos barrios. Un análisis más exhaustivo reveló que, entre 2015 y 2018, se produjeron nueve muertes y dos tiroteos a manos de agentes del LAPD en operativos vinculados a esta herramienta predictiva.
El mapa indica que siete de las muertes ocurrieron en 2016 dentro de zonas LÁSER o en sectores aledaños: Todos los fallecidos eran individuos afroamericanos y latinos. Entre ellos figuran varios menores: José Juan Méndez, de 16 años, Jesse Romero, de 14 ––ambos abatidos en Boyle Heights–– y Daniel Enrique Pérez, de 16, abatido en el barrio de Alameda Central. A lo largo de 2016, el año en el que se amplió el operativo LÁSER, el LAPD mató a 21 individuos dentro y fuera de zonas LÁSER.
“Aunque estos asesinatos dañen a la comunidad, el LAPD y sus colaboradores caracterizan esta violencia como necesaria, simplemente porque un algoritmo catalogó nuestras comunidades de personas, sus calles, sus tiendas y sus casas como lugares donde ‘ocurrirán’ crímenes”, denuncia el informe.
Los fatídicos incidentes desataron la indignación y movilización ciudadana, sembraron profundas secuelas emocionales y psicológicas en sus respectivas familias y, según Khan, generaron “un gran trauma y daño” a la comunidad. “La tierra que la gente tiene debajo de sus pies está siendo, literalmente, criminalizada”, concluye.
El expandillero y activista Aqeela Sherrills, que ha dedicado gran parte de su vida a redefinir la relación entre la policía y la comunidad en varias ciudades del país, recomienda reinventar los modelos de seguridad pública y priorizar aquellos que mejoren la calidad de vida en barrios donde las tácticas policiales predictivas generan ansiedad y estados de hipervigilancia entre los ciudadanos.
“Necesitas más centros de recuperación de trauma, más viviendas, trabajos que paguen más…Estos (factores) predicen mejor el crimen que cualquier tipo de tecnología o herramienta que puedas crear”, agrega.
El LAPD no parece comulgar con esta filosofía. En 2020, un mes después de desmantelar PredPol, la agencia lanzó la segunda generación de sus tecnologías basadas en la recopilación de datos, Data-Informed Community-Focused Policing, vigente hasta el día de hoy.
A fecha de esta publicación, el LAPD no ha accedido a una entrevista sin recibir previamente una lista de preguntas, e indicó que ya no usa PredPol.